Es irremediable, a veces somos 
incapaces de hablar y 
eso no hace sino aumentar nuestro dolor. El verdadero problema es que 
no conseguimos admitir nuestro fracaso, y no un fracaso concreto. Poco importa de qué tipo sea;
 la imposibilidad de contarlo nos impide comprenderlo de verdad, afrontarlo, resolverlo y analizarlo. Tenemos tendencia a ocultar esa incapacidad por las razones más variadas y nos dedicamos a traicionar, a 
estar siempre rodeados de gente, a 
escuchar sus historias o a comprar compulsivamente cosas inútiles para ocultarse,
 para seguir adelante como si nada.Pero es difícil que se pueda seguir así eternamente, tarde o temprano la persona se derrumba.